
Iniciamos el año 2025 realizando nuestra campaña GEA N° 135, desde 25 al 28 de enero, en el noreste de la provincia de Buenos Aires, visitando distintas cuevas y abrigos en las barrancas de las localidades costeras de Vuelta de Obligado, Ramallo y San Nicolás de los Arroyos, situadas sobre la margen derecha del río Paraná, aproximadamente unos 250 km al norte de la ciudad de Buenos Aires.
Las barrancas donde se desarrollan las cuevas forman parte de un sistema de barrancas, que se extiende desde el centro sur de la provincia de Santa Fe hasta la ciudad de Buenos Aires. Las barrancas de Belgrano y las de Plaza San Martín, en el barrio de Retiro, forman parte del tramo final de este sistema regional que culmina en las del parque Lezama, en Constitución. El avance de la urbanización e industrialización de la ciudad eliminó prácticamente por completo las características geomorfológicas.
En cambio, en el sector noreste de la provincia de Buenos Aires la costa conserva su identidad inmersa en un entorno ambiental de bosques, pastizales y humedales. Sin embargo el crecimiento demográfico, la instalación de industrias, el desmonte, la introducción de ganado, el aumento de turismo sin control, la explotación de canteras y la invasión de flora y fauna exótica amenazan la supervivencia de este ambiente.
En cuanto a la geomorfología, la mayor parte de estas barrancas corresponden a paleoacantilados, es decir, acantilados formados hace miles de años por erosión costera, que han sido poco modificados posteriormente. Frecuentemente se usa el nombre de “sedimentos pampeanos” para referirse a su geología, constituida principalmente por depósitos de loess, formados por la acumulación de limos y arenas finas que fueron depositadas por acción del viento; aunque también algunos depósitos son de origen fluvial. Se encuentran además acumulaciones calcáreas que pueden alcanzar gran desarrollo lateral constituyendo concreciones de carbonato de calcio en niveles de “tosca”.
Las cavernas están labradas en la base de la barranca donde los sedimentos poco coherentes y frágiles permiten el socavamiento por parte del río.
Por debajo de los sedimentos pampeanos se encuentran los depósitos de las “arenas Puelches” conformadas por arenas cuarzosas y gravas de origen fluvial que constituyen el principal acuífero de la región(1).
En esta campaña nos acompañaron Facundo Tedesco y Blas Vitale, estudiantes de la carrera Guardaparque en el Instituto Superior Perito Moreno, sumando otra perspectiva y nuevas tareas a nuestras campañas tradicionales. Del GEA participamos Gabriel Redonte, Gustavo Lentijo, Silvia Sicilia, Sebastian Amato, Eduardo Tedesco y Luciano Zungri.
El sábado 25 emprendimos el viaje desde nuestra sede social hacia Vuelta de Obligado, donde visitamos nuevamente la más grande y conocida de las cuevas de la zona, la cueva Salamanca, para registrar su estado ambiental y recolectar algunos artrópodos. Entre la fauna recolectada se destacan el opilion de la especie Discocyrtus testudineus, y las especies de arañas phalangioides y capricorna. También se pudo apreciar un murciélago, pero no se encontraron rastros de la presencia de una colonia como se registrara años atrás, cuando el sitio era poco frecuentado. Esta situación se viene manifestando desde hace varios años debido al aumento del flujo de visitantes, y se ha acentuado con la apertura de un camino vehicular que pasa por la boca de la cueva, pese a la cartelería explicativa. El deck construido recientemente frente a la boca, registrado en la campaña realizada a fines del 2023 (GEA#133), y que instaba a observar desde allí la espelunca, ha sido desarmado o destruido. En el interior un sendero marcado sobre uno de los costados de la cueva procura que los visitantes no pisoteen toda la cavidad. Finalizado el registro fotográfico y luego de verificar algunas dimensiones, partimos hacia el norte, bordeando la barranca, abriéndonos paso en la vegetación arbustiva para poder visitar las cuevas de Los Cráneos, Llovida, Los Murciélagos y Las Tres Bocas; esta última fue descrita en exploraciones de 1985 realizadas por el grupo KARST pero carecía de cartografía y geolocalización precisa. La cueva se caracteriza por tener un gran ombú creciendo en la sala central luego de que el techo colapsara, quedando con tres bocas de acceso, dos a nivel del terreno y otra cenital de un diámetro de aproximadamente 5 m. En este sector la barranca tiene poca altura y va desapareciendo en el terreno, aquí se relevó una nueva cavidad que no se encontraba en el Catastro Nacional de Cavidades Naturales, a la que se llamó cueva Chucupí, en alusión a este arbusto nativo de la zona. Finalizado el relevamiento continuamos nuestro viaje hacia Ramallo, donde nos hospedamos e hicimos base durante toda la campaña.


El domingo 26 nos reunimos con Fernanda Cerretani, miembro de la ONG local Unidos por la Vida y el Medioambiente, y juntos intentamos acceder a la cueva del Tigre (también llamada Los Lechuzones) desde el paraje Costa Pobre caminando por la costa del río.
Gracias a que en la fecha la altura del río registrada por la Prefectura Naval Argentina en Ramallo era de 0,43 m, pudimos recorrer la costa con pocas dificultades y llegar al sitio de interés para abrirnos paso hasta la barranca y acceder a la cueva del Tigre, esta vez desde Costa Pobre. En el interior de la cueva se observó una importante diversidad de fauna y se recolectaron opiliones de la especie Discocyrtus testudineus y arañas de la especie borguesi.
Luego del registro fotográfico continuamos avanzando por la barranca, sobre la que se relevó un nuevo alero que recibió el nombre de La Boya, dado que junto a su boca se encuentra una boya de hierro arrastrada por el río en alguna gran creciente. Esta cavidad de pocos metros fue geolocalizada y mensurada. Al continuar la marcha y acceder nuevamente a la costa, llegamos a un lugar, que nosotros denominamos El Peñón, cerca del puerto de Bunge, que es un sitio elegido por muchos pescadores, dado que allí el río es más profundo. En la campaña que realizamos en el 2023, nos habían mencionado la existencia de dos cavidades, por ese motivo decidimos que un grupo continuara bordenado la barranca, con el agua a la cintura; luego de recorrer unos 50 m se llegó a unas salientes donde se encontraban las dos cuevas. Ambas tienen una única galería de pocos metros de extensión, la mayor de 4,4 m y están separadas por 1 m entre sí. En su interior se observó gran cantidad de basura, botellas, restos de pescados y heces, todos debidos al uso de las cuevas por parte de los pescadores como abrigo o baño. Luego de su relevamiento y georreferenciación el grupo regresó por el río reuniéndose con el resto de los integrantes de la campaña. Cabe señalar que todos los relevamientos realizados fueron expeditivos, con brújula y distanciómetro láser.
Al día siguiente nos dirigimos a la localidad de San Nicolás de los Arroyos para verificar algunos datos de cavidades existentes. En primer lugar visitamos el Parque del Acuerdo, donde se relevó un pequeño alero que no figuraba en el catastro. Luego, nos dirigimos al Ecoparque San Nicolás, procurando localizar la cueva Laguna Negra, citada en alguna bibliografía sin precisión sobre sus características o su ubicación. Allí intentamos explorar la costa sur de la laguna homónima donde, presumimos, se halla la cavidad, pero una fuerte lluvia, sumada a la alta y espesa vegetación, nos impidió avanzar más allá de unos metros, por ese motivo pospusimos su búsqueda para otra oportunidad y optamos por recorrer el Ecoparque, su flora y fauna autóctona y observar en algunos sitios la barranca.
Al retornar a Ramallo, previamente nos desviamos hacia la costa del río hacia el paraje Tonelero Sur, para conocerlo, recorrer sus barrancas y poder apreciar su vegetación nativa. No se hallaron cavidades que ameritaran su catastro.
Como balance, esta campaña permitió verificar datos, relevar topográficamente seis cavidades (cinco de ellas nuevas para el catastro), ampliar nuestro registro fotográfico, contar con nuevas observaciones ambientales que documentan el creciente impacto que sufren estos sitios en la costa del río Paraná y constatar su valor biogeográfico y ecológico.
Finalmente el martes 28 finalizamos la campaña en la playa de Ramallo y regresamos a Buenos Aires.

Referencias
(1) Voglino Damian, 2008. Las barrancas del río Paraná en la provincia de Buenos Aires. Un escalón de la llanura.
Silvia Sicilia y Gabriel Redonte
Carta de los estudiantes invitados que colaboraron en esta campaña
Cuando llegó la noticia de que un grupo histórico como GEA, nos invitaba a participar de una de sus campañas, nos llenó de curiosidad, y ganas, muchas.
Somos dos estudiantes de la Tecnicatura para la conservación y relevamiento del patrimonio natural y cultural, en criollo: la carrera para ser Guardaparques, sin embargo no estábamos muy interiorizados en materia de la ciencia de la Espeleología.
Por lo cual, nos preguntamos, aparte de aprender de los espeleólogos del GEA, qué es lo que nosotros podíamos aportar.
Cuando vimos la ruta de la expedición, encontramos que muchas de las cuevas están en ambientes que corresponden a los pocos relictos del Bosque de Talar, Espinal y Talar de Barranca bien conservados, que quedan en la Provincia de Buenos Aires. Ahí estaba la cuestión, nuestro aporte sería, entonces, hacer el relevamiento de las especies de flora y fauna que están relacionadas a la entrada y entorno de las cuevas y aleros en este ambiente.
Encontramos una gran diversidad de especies, tanto nativas como exóticas. Entre las especies de plantas nativas, observamos: Palan Palan (Nicotiana Glauca), Tasi (Araujia Seri Cifera), Ombu (Phitolacca Dioica), Chucupí (Porliera Microphyla), Cina Cina (Parkinsonia Aculeata), y Barba de Chivo (Caesalpinia Gilliesi).
Así como había muchas spp. nativas en común en varias cuevas, encontramos especies exóticas invasoras, tales como, Paico (Dysphania ambrosoides), Cardos (Carduus Pycnosephalus), Grisino, Mora de Papel (Broussonetia Papygrifera) y Paraíso (Melia Azedarach), avanzando y colonizando el ambiente originario.
Entre la fauna registrada podemos mencionar: Limoncito (Eurema Deva), Dama manchada (Vanessa Carye), Borde de oro (Battus Polydamas), la Melánica cuatro puntos (Melanis Aegates), Celestinos (Thraupis Sayaca), y Garza bruja (Nycticorax Nycticorax), entre otros.
Particularmente, en las entradas y en los bosques alrededor de las cuevas y aleros, (la cueva de Salamanca, la del Torito, etc.) más cercanos de la orilla del Río Paraná, plácidamente encontramos esos tan esperados relictos de bosques, mezclados en ecotonos con especies de otros paisajes, vimos Talas muy ancianos (Celtis Tala), un pequeño renoval Sombra de Toro (Jodina rhombifolia), Espinillos (Vachellia Caven), Algodonillo (Aeschynomene Montevidensis), un solo Algarrobo (Prosopis Alba), y más cerca de las cuevas de Vuelta de Obligado especímenes adultos de Tembetarí (Zanthoxylum hiemalis).
Sumado a la amenaza que representa el avance de las especies exóticas antes mencionadas, el principal daño a los bosques, es la acción antrópica: mucha basura, arrastrada por el río y tirada por las mismas poblaciones que habitan sobre las barrancas, el avance de la gentrificación y del desmonte en pos de complejos privados, y la falta de atención y conservación que se le da a este gran Patrimonio con el que contamos.
Cerrando esta reseña, siempre fomentamos que una de las maneras más efectivas de cuidar estos ambientes es la creación de Áreas Naturales Protegidas, con fines de conservación, que puedan generar una convivencia sana entre las comunidades que viven allí y estos paisajes.
Nuevamente muchas gracias a GEA, por invitarnos a participar de esta campaña y por la generosidad con la que nos compartieron todo su conocimiento.
Atte.: Facundo M. Tedesco y Blas R.Vitale.